cambiar la educación para cambiar el mundo

Tomo palabras de Claudio Naranjo cuando dice que la educación es la institución más podrida de nuestra civilización pues lo que debería servir para hacernos seres humanos, sirve en realidad para acabar con nuestra humanidad: “Hoy la educación está al servicio del poder y las empresas". Hay una voluntad política para que la educación sirva para tener a la persona dormida, para que forme parte del rebaño. No se puede comprobar, pero funciona así. Uno tarda en darse cuenta porque hemos sido educados en los valores de esta educación. La educación cumple su función deshumanizadora, pero no nos damos cuenta porque somos inconscientes”.

La verdadera función de la educación debería servir para ir más allá de lo que somos. “En una escuela ideal”, explica, “acompañaríamos los procesos de aprendizaje, fomentaríamos la creatividad y ayudaríamos a los niños a saber, sin la presión de las clasificaciones. Los exámenes son trabajo, no educación. Se enseña a los niños a pasar exámenes que no sirven para nada y no son útiles en la vida”.

Los propios maestros, por mucho que critiquen el sistema, somos responsables de que éste siga funcionando. Los propios maestros, por mucho que critiquemos el sistema, somos responsables de que éste siga funcionando sin mayores problemas: “El espanto de la escuela es que el profesor se pone un uniforme interior, y al dar clase deja de ser persona". Son como robots.

La nave se está yendo a pique, pero tenemos un bote salvavidas


Estamos entrando en una transformación que habíamos dejado de esperar, y que más bien nos asusta: hasta hoy solo hemos conocido revoluciones políticas e ideológicas, y lo que ahora ocurre es una revolución de la consciencia.

Nuestros problemas sólo pueden ser resueltos con una conciencia distinta de los que los ha creado. “La educación debería ser la institución que liderara este cambio, debería estar a la cabeza, pero es la más obsoleta. Así son las burocracias. Comienzan teóricamente al servicio de algo, pero al final se sirven a sí mismas”.


La transformación, por tanto, no vendrá de manos de un cambio político, creo que la educación cambiará, si es que cambia, porque cambian los individuos”.


La nave del sistema patriarcal, que construimos hace miles de años, ya no funciona, y está naufragando: “El colapso del sistema es nuestra única esperanza para construir algo mejor. No debemos preocuparnos por que se hunda o no el barco, debemos preocuparnos por encontrar el barco salvavidas”.